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Presentación de un nostálgico anacrónico

Actualizado: 3 abr 2023

Me escuchaste y recibí tus mensajes allá por el 2020 cuando por motivos que todos conocemos la inmensa mayoría andábamos en casa y comenzamos a compartir música, risas, cultura y anécdotas en la radio, y en esta ocasión los micrófonos se encienden y volvemos a cabina.



Mi nombre es Luis Valenzuela y esta es mi historia musical.

Quienes han oído Oasis de Neón encuentran en ese programa el centro de la música retro de StudioGT, principalmente ochenteras y new wave. ¿Acaso ando rondando los 50? ¿Soy una especie de Johnny Lawrence que continúa escuchando música de los gloriosos años 80 por nostalgia, reventando las bocinas con REO Speedwagon? Ninguna de las dos, pero es un tipo de música de la que he alcanzado un conocimiento casi enciclopédico y que ha convivido conmigo desde que era pequeño.

De niño escuchaba en casa abundantes canciones de los Bee Gees, Andy Gibb o KC and the Sunshine Band y todavía recuerdo esas cintas de música disco que mi padre escuchaba conmigo en esos viajes al interior casi todos los fines de semana, escuchando esporádicamente algunas rolas de los ochenta de Michael Jackson o Wham!

Sin embargo, lo que acabó por definir para siempre mi gusto por la música de la década de 1980 se lo adjudico directamente a Grand Theft Auto: Vice City cuando tenía alrededor de 11 años, un videojuego de mundo abierto ambientado prácticamente en Miami de los años 80 donde tomabamos el control de un mafioso interpretado por Ray Liotta desde sus inicios como un mero recadero de poca monta de la mafia de Nueva York hasta convertirse en el jefe del hampa de la ciudad, en una historia claramente inspirada en Scarface.

Fuera de si a mi corta edad debía andar o no jugando esos juegos, lo que más me impactó fue algo bastante inesperado: la música. Cuando paseabas por la ciudad, el juego te permitía acceder a una serie de estaciones de radio ficticias bastante elaboradas que tenían listas de reproducción bastante completas de pop, rock, heavy metal, new wave, soul, funk, afrocubano, electro, hip hop, soft rock, power ballads y demás donde el repertorio de canciones era tan bueno y variado que hubo no pocas veces donde iniciaba el juego solo para acceder a las estaciones de radio y escuchar un poco de todo. Conocí así a Hall and Oates, Bryan Adams, Electric Light Orchesta, Rick James, Iron Maiden, Ozzy, Toto, Foreigner, Cutting Crew, REO Speedwagon, Mr. Mister, Gary Numan, Spandau Ballet o The Human League, por mencionar algunos.

Mi padre, que tenía el oído bien parado mientras jugaba, tenía bastante interés en el soundtrack y dado que él tenía una no escasa colección de discos, comencé a interesarme en su colección para consumir toda la música de esa interesante época que pudiera y más allá de ese juego. Más allá de la música, me fascinaba la estética ochentera de ese Miami lleno de luces de neón en Ocean Drive y, en general, la música tenía una vibra alegre y pegajosa y una atmósfera agradable muy similar aunque fuese entre géneros tan dispares como el heavy metal y las canciones de soft pop.


De allí, el resto es historia: de la música comencé a ver abundantes películas de los ochenta con los años, a través de internet y el extinto blog de Guillermo Ríos. Comencé a descubrir un sinnúmero de artistas y bandas, más tarde me cautivó enormemente la literatura y el movimiento cyberpunk iniciado por William Gibson y también la interesante y sin duda compleja historia que tuvo esa década como los últimos años de la Guerra Fría. Me da gusto que con el éxito de series como Stanger Things la música de esa época y en general la cultura popular ochentera hoy esté incluso de moda, dado que hoy puedo compartir más que nunca estas rolas cuando en gran parte de mi vida fueron de nicho o algo que solo discutía con gente de la edad de mis viejos. Por eso y muchas cosas más ven a mi casa esta navidad le tengo un montón de nostalgia a esa música y su cultura popular aún sin haber vivido la época.

En fin, estamos de regreso y me encantará llevarte a bordo del Delorean del doctor Emmet Brown y que juntos redescubramos las rolas de esos paisajes de luces de neón y new wave en abundancia.

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